SUSCRÍBETE

APOYA

 
    

GIORGIO MORODER

[td_text_with_title custom_title=»ORIGEN» header_text_color=»#ffffff» header_color=»#000000″ image_pos=»img_first»]

Desde muy joven tuvo claro qué quería hacer, “no solo tocar música, componer música”, como dice en Giorgio by Moroder. Giorgio nació en Italia, en Ortisei, un pueblo donde solo viven 5.000 personas, pero donde debido a la cercanía geográfica con Alemania no solo se habla italiano. Hoy tiene 73 años y su historia podría narrarse en reversa, su vejez no ha significado ocaso alguno. Hace apenas poco más de un mes presentó en Output, un club ubicado en Williamsburg, su primer DJ set donde revivió los hits de la era disco, cuando construyó el andamiaje musical de Donna Summer y se inmiscuyó en el trabajo de artistas y agrupaciones de la talla de David Bowie, Queen y Blondie, por solo nombrar algunos. En definitiva, su legado remite a una atmósfera setentera, cuando lucía su bigote a lo Frank Zappa y gafas de aviador, en los tiempos de Looky Looky, –por cuyo estribillo reveló que solo pagó un filete a su intérprete–. Hablar de Moroder es hablar del pionero de los arreglos electrónicos, del hombre que engrandeció al sintetizador porque descubrió su entramado más allá del puro tecno y supo cómo introducirlo de maneras acertadas en composiciones donde su presencia es «invisible» y al mismo tiempo esencial. Emergió en el ambiente nocturno alemán, donde se dio la libertad de experimentar con el uso de un sintetizador Moog para poner su impronta en cada track. Desde la música disco hasta la balada, Moroder –o mejor, Giorgio– ha logrado que su nombre esté en los créditos de sencillos y soundtracks tan significativos como para lograr el estatus de patrimonio de la cultura pop.[/td_text_with_title][td_text_with_title custom_title=»MANIFESTO» header_text_color=»#ffffff» header_color=»#000000″ image_pos=»img_first»]manifiestoo

Las composiciones de Giorgio han sido música de fondo de rituales religiosos y videos porno, ocasiones tan insólitas como opuestas que lo tomaron por sorpresa pero ejemplifican lo múltiple de su habilidad musical. Aún así, el estatuto más fuerte de Giorgio reside en los setenta, en la música disco que él mismo ayudó a inventar y en la popularidad que le dio al sintetizador Moog, a esto se reduce en pocas palabras su trabajo, sin dejar de lado la fuerte influencia que de ello se desprende. Toda melodía –tenga o no intenciones discotequeras– que se deba al uso del sintetizador está bajo la sombra de Giorgio y su exploración en el campo de los arreglos musicales. Allí donde muchos encuentran el fin mismo de la música, Giorgio vislumbró una reinvención que evade los prejuicios construidos sobre la intervención de lo artificial en el terreno de la estética. El resultado logrado con un sintetizador no solo sigue siendo música, sino que además surge desde un espectro más amplio donde hay lugar para la experimentación y el diálogo con técnicas previas al beat electrónico, como los acordes de una guitarra acústica o la interpretación vocal. Reduce su fórmula de éxito a unos cuantos pasos: un arranque enérgico, luego tonadas más suaves, en una secuencia interrumpida por alguna variación de los efectos que se enmarque en una edición impecable de sonido que el mismo dirige con bocetos que maqueta con su propia voz.[/td_text_with_title][td_text_with_title custom_title=»TERRITORIOS FÍSICOS» header_text_color=»#ffffff» header_color=»#000000″ image_pos=»img_first»]territorios

Haber nacido en la región italiana más cercana a Alemania permitió que su conquista personal de Europa no supusiera una gran dificultad. De su pueblo natal sobrevivió la intención de convertirse en músico, pero su predilección por la guitarra sucumbió al piano, cuando se trasladó a Suiza. El piano fue más complejo para Giorgio por lo que decidió aprender a tocar al bajo. Esta primera exploración musical ocurrió en Europa pero el nexo que estableció con Estados Unidos sería definitivo para la consolidación de su carrera, gracias al trabajo con Donna Summer, para quien compuso temas como Love to Love You Baby y I Feel Love, entre otros. Entre Múnich y Beverly Hills, Giorgio desplegó todo un arsenal de música disco siempre con una mano sobre el sintetizador y la otra en el sampler, listo para darle sonido a clubes nocturnos y producciones cinematográficas. Así como liberó el potencial electrónico de la música, también aceleró la velocidad en la conquista de fronteras, Giorgio fue uno de los primeros en habitar un escenario musical globalizado que ayudó a preparar el terreno para la consolidación mítica de estrellas pop.[/td_text_with_title]

[td_text_with_title custom_title=»PERSONAJE» header_text_color=»#ffffff» header_color=»#000000″ image_pos=»img_first»]personaje

Giorgio no es un pastiche de sí mismo. Está claro que fue un ícono en los setenta, pero no se ancló a ese momento. Su búsqueda por un sonido del futuro no ha concluido, ha sabido escapar de las tendencias que él mismo ha creado para dar siempre un paso adelante. Dejó su bigote a la década que mejor le convino y desde que el sintetizador se convirtió en su herramienta predilecta lo ha ajustado a la frecuencia de cada era. Sabe que la industria musical es efímera y aunque se trate de un territorio siempre a la deriva, Giorgio ha logrado dar zarpazos contundentes que han instalado de forma prolongada hits que se supondrían caducos. En esa intempestiva carrera él mismo se ha olvidado de muchas de sus composiciones, “lo recordaría si hubiera sido un hit” confiesa en entrevista con la Red Bull Music Academy cuando se le pregunta por una canción de la que no logra dar razón. Es un nómada de los tiempos y no pretende aferrarse a una vieja gloria, da la vuelta a la página sin titubeos. Ahora considera que se encuentra en una especie de retiro interrumpido por la atención desencadenada por su colaboración con Daft Punk. Siempre guiado por la ambición de llegar a ser un músico, Giorgio ha ocupado diferentes roles, desde el anonimato del backstage típico del compositor hasta la fama del intérprete y la admiración que ganó como DJ, no queda duda de que Giorgio no sólo ha logrado consagrarse como músico sino que lo ha hecho de diferentes maneras: en la composición y en la puesta en escena; de forma orgánica o sintetizada; para la pista de baile de un club o la banda sonora de una película.[/td_text_with_title][td_text_with_title custom_title=»OBRA» header_text_color=»#ffffff» header_color=»#000000″ image_pos=»img_first»]metropolis

Reconoce en Love to Love You Baby el verdadero inicio de su carrera, después de varios devaneos en los que descubrió que su pasión real radicaba en la composición, por encima de la interpretación y de la ingeniería musical. De la mano de Donna Summer, Giorgio inició una exploración del sintetizador que lo condujo a abrir Musicland, su propio estudio, y fundar un sello al que llamó Oasis Records (posteriormente conocido cono Casablanca). Su trabajo tomó dos direcciones paralelas, una en la escena disco y otra en la composición de temas musicales para las bandas sonoras de películas y eventos deportivos tan importantes como los Juegos Olímpicos de 1984 , 1988 y 2008, así como el Mundial de Fútbol de 1990. De sus producciones musicales para películas se destaca su colaboración en ScarfaceMidnight Exprress, la restauración sonora que hizo del clásico Metrópolis y por supuesto la famosa balada interpretada por el grupo Berlin: Take My Breath Away, para la cinta Top Gun, por la que Giorgio ganó un premio de la Academia por mejor canción original.[/td_text_with_title][td_text_with_title custom_title=»REFERENTES» header_text_color=»#ffffff» header_color=»#000000″ image_pos=»img_first»]wendy

Giorgio reconoce la influencia de Wendy Carlos, por las versiones en sintetizador que realizó de la obra de Bach. Dos vidas profesionales que parecen tener en medio una hoja de carbón que ha calcado los legados de ambos, Moroder y Carlos, en el mundo de la música a partir del uso del sintetizador a tal punto que mientras el nombre de Giorgio se destaca en la lista de colaboradores de Random Acces Memories, el de Wendy hace lo propio en la primera versión de Tron, en 1982; dos décadas antes de que el encargo musical quedara en las manos de Daft Punk. No todo es disco y tecno, Giorgio también comprendió el lenguaje del pop, el estribillo y el beat de enganche, la necesidad de ser catchy, y eso hubiera sido imposible de entender sin el fenómeno pop más importante de todos los tiempos: The Beatles. Pero escasean las referencias previas para alguien que se dedicó a quebrar convencionalismos, mientras que la figura de Giorgio como referente desencadena un torrente inagotable. La gira de Madonna Confessions On a Dancefloor proclamó un tributo a la era disco: Saturday Night Fever, ABBA y Donna Summer pero, sobre todo, Giorgio. Ahora el homenaje viene de parte de Daft Punk, para el hombre que puso el clic en el track 24.[/td_text_with_title]