HAPPY MEAL: ¿Moschino para las masas?

Una oda al consumismo, a la comida chatarra y a la música; una celebración a la ironía en su mayor esplendor.

Por Rocío Lago

Mucho antes de que  “el arte de mostrar logos” invadiera  la escena de la moda, y mucho antes de que las propias firmas caricaturizaran su propia iconografía, un diseñador llamado Franco Moschino, abonado a la  irreverencia e ironía, ya estampaba camisetas y chaquetas con mensajes polémicos -“Ready to where?” o “Good taste doesn’t exist”- hace más de veinte años.

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Pero su sabor por la ironía y el gusto por la burla hacia sus compañeros diseñadores como Karl Lagerfeld -chanel-, lo llevaron a ser denunciado por la maison francesa, lo cual logró que su público fiel luciera con orgullo cinturones y collares igual que lo hacían los fieles a la doble ce.

Al parecer, el espíritu irónico de la firma ha sido resucitado. En la última semana de la moda en Milán, Jeremy Scott -quien se estrenará  al frente de la casa con una colección Pre-Fall 2014-, ha conseguido fusionar a Ronald McDonald y Coco Chanel en su colección otoño-invierno 2014/15. Para algunos tributo, para otros ironía, Scott no ha dejado a nadie indiferente.

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Dibujos animados, McDonalds, las referencias de los cereales, los alimentos chatarra e íconos de  la vida americana, mezclados a través de un vórtice de Chanel alternativo y el bling Moschino vintage con un toque operístico final, fueron la inspiración de una colección donde el concepto «Fast Fashion» se presentó en su mayor expresión con abrigos de bob esponja, sacos subversivos  donde los famosos arcos dorados se habían trenzado en un corazón, vestidos de noche pintados como envolturas de chocolates y capas inspiradas por Duff Man.

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Massimo Ferretti, presidente de la empresa matriz de Moschino, Aeffe S.p.A, ha dicho que el cambio de diseño fue necesario ya que «de vez en cuando, la moda tiene que ser renovada y sacudida, al igual que Franco hizo en los años ochenta”. Una fuerte declaración que convierte al diseñador nacido en Missouri, en un éxito de reconocible energía para un público adicto a la cultura pop, donde algunos ni siquiera sabían quién era Franco Moschino.

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Con un desfile debut cargado de teatralidad y una pizca de merchandising, la firma apuesta así por un diseño juvenil y rupturista, retomando el sentido del humor y siguiendo el curso normal de Moschino, pero amplificado por Scott, a quien la falta de sutileza parece haberle funcionado teniendo en cuenta los aplausos que recibió al finalizar el show.

“No hablo el italiano pero si hablo el Moschino”, una frase que parece resumir el éxito de la firma en esta nueva colección de otoño-invierno.