Son varios los fotógrafos a nivel mundial que pasan su vida retratando la belleza al desnudo. Un ojo mucho más acorde con el arte y la admiración que con el erotismo es lo que se encuentra cuando del trabajo de estos fotógrafos se trata. Cada curva, cada línea y cada color producen un balance entre los elementos para dar con armonía y contraste. El tacto ya no es un sentido exclusivo de las manos o de la piel, una buena fotografía nos da pistas evidentes de lo que podríamos llegar a sentir, con sólo mirarla.

Megan K Eagles, fotógrafa inglesa, hace parte de esta nueva generación de precursores de la imagen que pone sus miras en el cuerpo al desnudo. Megan nació en una familia de artistas, por lo que no resulta difícil entender de dónde viene su pasión por la imagen y la estética. Sin embargo su familia la imaginó enfocada en otra dirección, el dibujo, y gracias a que sus dotes como pintora no eran muy destacables, Megan decidió hacer de la cámara fotográfica su pincel. ¿El resultado? Un trabajo que hoy en día se ve recopilado en más de tres libros que exponen fotografías y trabajos de intervención artística siempre poniendo al poder femenino como protagonista.

Un aire fílmico y nostálgico se hace evidente a medida que se examinan estas imágenes capturadas con técnicas análogas y digitales, un homenaje a los años sesenta y setenta que cobra vida de la forma más natural posible: la mujer vista con sus efectos y sus defectos; una narrativa que tiene mucho que contar.

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