LA MANÍA FOTOGRÁFICA DE ARAKI

Araki: el fotógrafo más prolífico, el primero en obsesionarse con retratar la cotidianidad.

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Juan David Montes entusiasta de la tipografía, usa las letras para escribir –como lo ha hecho para EXCLAMA, Shock y Bacánika–; pero también las ha diagramado en la editorial de la Javeriana; y hasta las ha vendido, cuando ha sido librero para los sellos infantiles de Alfaguara. Divide su tiempo entre procesadores de texto y programas de diseño, siempre con una lista de reproducción de fondo, como las que recomienda cada semana en el podcast Sinestesia. Sígalo en twitter como @_Helvetica_Bold

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Foto tomada de fuckyeaharaki.tumblr.com

–¡Mira, fotos de la comida antes de Instagram! –Exclama Natalie mientras señala algunas de las fotografías de la serie The banquet, en la que Araki reúne imágenes de comida en primer plano. Están publicadas en un volumen antológico dedicado al fotógrafo japonés, editado por Taschen.
Hablar de Nabuyoshi Araki es hablar de uno de los fotógrafos más prolíficos desde que la fotografía misma existe. Antes de que la popularización de las cámaras digitales y su incorporación en teléfonos móviles desencadenara la obsesión fotógrafa a escala masiva, Araki ya había dado rienda suelta a su compulsión por el retrato. Él mismo sabe que el título de «fotógrafo» está en cuestión, que la línea que diferencia al profesional del amateur es cada vez más difusa, por esto mismo el legado de Araki se desprende a propósito de tecnicismos. La cámara, como dispositivo, deviene filtro de la realidad; escenario favorito de Araki. Allí, en el diario vivir –ese que suele ser ignorado por lentes pretenciosos o transformado a punta de enseres, luminotecnia y edición digital–, en su crudeza cotidiana es donde este fotógrafo encuentra inspiración para hacer retratos, dice él mismo que la vida se compone de pequeños eventos y no tanto de grandes dramas, en consonancia con la influencia que él reconoce en el neorrealismo italiano. Su obra parte de un lugar opuesto a la pretensión, evita todo tipo de preconcepción y se mantiene abierto a cualquier posibilidad. Antes que fotógrafo es un viajero sin restricciones, ávido de disparar con más pasión que razón.

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Foto tomada de fuckyeaharaki.tumblr.com

He venido a La madriguera del conejo para conversar con Natalie sobre Araki, tiene un archivo de citas tomadas de las entrevistas que ha dado y se han publicado insertas en sus libros de fotografías. –Ahora hasta los hornos microondas tienen cámaras de 2 pixeles, hasta las calculadoras Casio, todo tiene una cámara incorporada. –Dice Natalie mientras sigue pasando las páginas del mismo libro. Es importante entender la importancia de la manía fotográfica de Araki en tiempos donde el retrato era un bien anclado a lógicas de escasez, cuando el rollo se agotaba después de 24 disparos y revelar copias no era tan sencillo como duplicar archivos digitales. Antes del jpeg, de Instagram y de Flickr, Araki ya había concebido a la fotografía como un elemento narrativo de su día a día, sin importar cuántas tomas implicara esto. Pero, ¿qué lo diferencia de la típica caricatura del turista asiático que no para de presionar el obturador?

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Foto tomada de fuckyeaharaki.tumblr.com

Araki aborda la imagen desde el puro concepto y ha construido esquemas que surgen de esta relación: para él cada fotografía alberga elementos del pasado y del futuro, aunque se trate de una instantánea. –Así lo hizo con un retrato que hizo de su esposa, antes de que muriera. Ella duerme, pero Araki dice que la imagen es un vaticinio de su muerte. –Natalie lanza su dedo índice para detener el correr de las páginas justo sobre la imagen de la que me habla. Aunque el dedo de Araki parezca ligero y sin mucho juicio a la hora de obtener una imagen, hay todo un entramado místico sobre cada fotografía de su autoría. Además de la relación pasado-presente-futuro, hay otro elemento crucial en su comprensión del retrato que explica por qué en su obra abundan las imágenes de bondage: según Araki, solo con este tipo de ataduras es posible capturar el espíritu de una mujer. Y si de mujeres se trata, para Araki la primera y las más importante es Tokio, su Tokio, no un Tokio universal, por eso la llama She-Tokyo; a su ciudad le ha dedicado una parte esencial de su trabajo representada en la publicación de varios libros con imágenes de ella.
Cada fotografía equivale a una representación de la memoria de Araki, a un «instante capturado entre el pasado y el futuro», «un hielo que no se derrite».

Nobuyoshi Araki at work by Sono Sion from crocnique on Vimeo.

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