JONATHAN LEVINE, EL GALERISTA DEL ARTE CALLEJERO

Un rockero, coleccionista de comics y productor de fanzines es el más importante curador de arte urbano de Nueva York.

Por Juan Ricardo Rincón y Juan Pablo Valencia
Producción EXCLAMA, Nueva York, 2013

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Un rockero, coleccionista de comics y productor de fanzines es el más importante curador de arte urbano de Nueva York. Su galería dio el punto de inflexión que llevó al grafiti, el cómic, el arte callejero y las imágenes de la cultura pop a importantes mercados del arte contemporáneo. Desde el Art District en Chelsea, EXCLAMA habló con Jonathan Levine.

EXCLAMA: ¿A qué ferias irá la galería este año?

JONATHAN LEVINE: Aplicamos a Art Basel, pero si no pasamos, estaremos en Pulse. Art Miami es muy buena porque vende muchos artistas secundarios, pero también es muy comercial. Siempre disfruto Skull, pero ya no es tan seria como antes. Mi opinión es que Pulse es la mejor para nosotros, no es tan fácil entrar a las ferias más grandes, especialmente con nuestro programa que no es muy tradicional.

¿Cual es su visión en este momento sobre América Latina? ¿Qué potencial ve?

Tal vez no soy la persona más indicada para responder eso, América Latina es un lugar enorme, muy diferente de país a país y la mayoría de mis experiencias han sido en Brasil (aunque trabajo con un artista que vive en México y un artista de Chile). Parece que hay cada vez más ferias de arte provenientes de América Latina y que el mercado se está fortaleciendo. Creo que gracias a Internet hay hoy un mercado internacional que por su capacidad de conectar, se está fortaleciendo de manera integral. He sido afortunado porque al tener muchos intereses de diferentes mercados y diferentes lugares del mundo hoy lo que muestro puede tener una acogida más universal, y le habla a un cierto grupo de personas de la misma edad a nivel global. Realmente no sé mucho sobre lo que está pasando con Colombia, Chile o Argentina, pero da la impresión de que cada vez hay más. En Nueva York hay ferias que se especializan en arte Latinoamericano, pero a mí personalmente no me interesa el arte que es demasiado específico a una cultura, en este punto me interesa más un lenguaje global. Solía estar muy interesado en la voz de las subculturas norteamericanas, pero hoy me interesan las subculturas globales no comerciales. Me parece interesante cuando se combinan esas estéticas locales y globales, porque además permiten que las personas se puedan relacionar, usualmente eso es lo que busco. Se puede ver en lo que hay en mi galería: McCosh es pero mitad norteamericano y mitad hindú, EVOL es alemán, Souther es norteamericano y mitad mexicano. La forma en la que veo el arte nunca se limita a una estética específica.

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¿Cómo influye en la producción de arte este momento de cultura global que vivimos hoy? ¿Cree que la hace más homogénea?

Hay pros y contras de este momento. Lo que vemos hoy es que hay artistas que emulan el trabajo de artistas de otros países que nada tienen que ver con su propia cultura por el acceso a las fuentes de tendencias en moda y música, por cómo se cruzan las fronteras. Hoy puedes venir del lugar más lejano y aún así compartir tu música por Internet y permitir que todos tengamos acceso a ella. Los adolescentes colombianos tal vez se visten como norteamericanos y los norteamericanos como colombianos. Y en algún momento tendrá que haber una reacción a esa cultura de la globalización. Pero para mí ha sido muy positivo, especialmente gracias a la intención de fortalecer la galería: en general es muy estimulante tener la posibilidad de interactuar con todo tipo de personas de todo el mundo y encontrar cosas nuevas, tal vez incluso hace unos años esta entrevista no habría sido posible.

Cuéntenos un poco sobre cómo y por qué surge la galería, ¿qué sucedía en ese momento?

Mi camino a convertirme en galerista fue muy orgánico: desde niño coleccionaba discos, cómics y objetos extraños, y luego estuve muy metido en la escena del punk-rock de los ochenta. Crecí en Nueva Jersey, en una ciudad pequeña llamada Trenton, que está entre Nueva York y Filadelfia, y fui afortunado porque allí estaba uno de los más grandes clubs independientes de punk rock en el país, y no había muchos más, así que tuve la oportunidad de ver tocar a las grandes bandas de hardcore, punk rock y new wave del momento a sólo algunas cuadras de mi casa. Trenton también está entre las dos ciudades principales del hip-hop, y crecí en una comunidad multirracial, mitad negra y un cuarto puertorriqueña, inmerso en esta cultura de la creatividad. Solía hacer break dance y también producía mi propio fanzine, estaba en contacto con otros creadores de fanzines y escribíamos en máquinas de escribir, cortando y pegando y comunicándonos por correo. Alquilábamos espacios para shows de arte y música y tenía un pequeño sello disquero (aún todo era en cassettes). Así que crecí en esta cultura de “hazlo tú mismo” y de inspiración en el trabajo de otros. No pensaba mucho en m futuro, era un chico punk, quería enfocarme en mi revista e ir a los shows, hacer discos, pero después de un año en el que iba a trabajar, fui a un Community College y mi familia decidió que iba a hacer el sacrificio de ayudarme a ir a la Universidad. Estudié Arte, me concentré en la escultura y cuando salí continué haciendo revistas, seguí tocando música, seguí haciendo negocios, y me tomó un tiempo darme cuenta de que era un emprendedor, creo que estaba luchando con esa idea. Mi sueño era ser un artista o un rockero, pero yo en realidad era muy bueno tras el escenario, manejando gente, artistas y bandas. Así empecé a hacer curaduría de cómics para exposiciones en bares (especialmente porque los cómics solían ser menos populares de lo que son hoy y el mundo del arte era muy diferente) y empecé a mostrar artistas que me gustaban y que no tenían espacios para exhibirse en lugares como CBGB’s.

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¿Y en qué momento se convirtió en un negocio?

Por seis años fui independiente, más o menos desde los 26 a los 32. Al ser un curador independiente tenía que organizar la mayoría de los shows en esos bares, tenía varios trabajos simultáneamente y ganaba muy poco dinero. En esa época también estaba haciendo música y estaba teniendo problemas con comprometerme a hacer una sola cosa, es decir, dedicarme a la galería, porque hacer una sola cosa implicaba dejar a un lado mi sueño de ser un rockstar, de ser famoso, etc. A mis 32 años todos mis colegas y amigos ya se habían asentado en sus carreras profesionales y yo, que nunca me había conformado, me sentía incapaz de tener un trabajo común. La oferta laboral que había allá afuera era como la muerte para mí, me sentía infeliz trabajando para otros, solamente quería tener el tiempo para mis procesos creativos, decidir sobre mis posibilidades.  Pero llegué a un punto de mi vida en el que estaba trabajando en una tienda de bagels, cuatro días a la semana, ganando 8 dólares por hora, viviendo en la casa de mis papás todavía porque estaba en deuda por todos los shows de arte que no habían funcionado, así que comprendí que comprometerme con esto sería lo más satisfactorio. Abrí la galería por necesidad, mi familia me ayudó a abrir una pequeña galería en un pueblo turista, en New Hope en Pennsylvania. Alquilé un sótano sin ventanas que nadie quería y tenía miedo, grandes expectativas y sabia que estaría en graves problemas si no lograba que funcionara. Pero había aprendido lo suficiente durante esos seis años, siempre tuve ciertas habilidades naturales como negociante, no quería serlo, pero sabía hacerlo. Y siempre lo supe, solo que estaba frenándome, así que en el momento en el que me decidí, fui muy exitoso.

Por lo general siempre muestro el arte que me gusta, pero en este caso tuve que tomar nuevas decisiones, tuve que hacer un proceso de filtrar más, porque desafortunadamente hay muchas piezas que no tienen mercado, tal vez porque son muy transgresoras para el público en general. Procuro seguir tomando riesgos, seguir aprendiendo y seguir  teniendo la mente abierta, porque el punto de este negocio no es hacer mucho dinero, porque estaría dedicándome a otra cosa, sino crear una entidad dentro del mundo del arte que pueda transformarlo, ese es el centro primordial de mi galería (y para hacer eso sí necesito dinero). En el proceso las ganancias paralelas simplemente me preparan para los aspectos prácticos del futuro (la mayoría de las personas en este negocio vienen de familias adineradas, y no es mi caso). Este no es un negocio lucrativo, la gente ve las obras y los precios y piensa que así es, pero no ve lo que hay detrás, la cantidad de inversión y pérdida. Intento llevar este negocio lo más inteligente y eficientemente posible, tienes que hacerlo de forma seria y profesional para que así te tome la gente, es la única manera de triunfar.

¿Cuáles fueron sus influencias artísticas durante la universidad?

Televisión, Blondie, etc. porque eran a su vez una influencia para todo lo que me rodeaba, pero eso lo entendí cuando era más grande. Los chicos hacían grafitti en mi comunidad también. Todo estaba conectado y estaba influenciado por eso también. Pero en la época universitaria del año 90 al 92, iba a las galerías y no me relacionaba para nada bien con la experiencia. Era abrumador, porque todo estaba basado más en un trabajo conceptual y todos decían que la pintura estaba muerta. Yo no lo entendía y no me relacionaba muy bien con eso. Yo hacía lo que hacía, me inspiraba la ilustración, los cómics, mostraba trabajo comercial y lo que vendía lo vendía teniendo en mente que casi todos parecían muy buenas pinturas. Era una aproximación diferente y amaba muchas cosas que transgredían los criterios de lo que era o no arte. Y era muy emocionante rebelarse contra el sistema. Ahora que soy más maduro, aún cuando me siento separado del sistema veo que ahora la gente cree que soy una autoridad, yo no me veo así a mí mismo, pero supongo que eso es lo que cambia cuando creces.

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¿Cómo encuentra a los artistas de su galería?

Desde siempre a través de publicaciones de ilustración o comics. Ahora con más frecuencia encuentro artistas en revistas subculturales como Juxtapoz, de las que hay muchos ejemplos.  Inicialmente me fijaba sólo en artistas de mi gusto y más adelante, al entender que no tenía coleccionistas para mi oferta porque mi público no tenía mucho dinero, fui pensando más en el mercado. Decidí vender arte asequible. En 1998 vendí ediciones limitadas de los posters de rock n’ roll de Frank Kozik desde 25 dólares y así lentamente empecé a hacer una base de mi colección y los precios empezaron a subir. Ahora es más calculado, la elección es medida y trabajamos con el artista para desarrollar la exhibición; se trata de equilibrar los intereses creativos y los del mercado.

¿Qué busca en un artista, o qué tiene que tener para ser representado por la galería?

Buscamos artistas que ya hayan exhibido y creado un mercado por su propia cuenta. Y hay una razón para eso: no se puede elegir un artista únicamente por su talento, sino también su nivel de profesionalismo, su capacidad de compromiso para cumplir con metas y responsabilidades. Si no pueden hacer eso, no valen la inversión. Así que si alguien puede llegar a cierto nivel por su cuenta,  asumimos que es confiable. Después de tantos años de experiencia, reconozco que hay mucha gente muy talentosa pero muy dispersa. El trabajo debe ser excelente, pero su profesionalismo es igualmente importante.

¿Cuál es su opinión sobre el proceso de migración que ha sufrido el arte urbano de las calles a las galerías?

Después de la década de los noventa y principios de 2000, hay muy pocos artistas que actualmente trabajan en las calles por el fin de trabajar en las calles. Por lo general, ahora el arte urbano toma la calle como un espacio de exhibición para ser reconocido y llegar a las galerías. A mi realmente no me importa, si alguien está haciendo algo interesante y trabaja en las calles de manera íntegra, me interesa. Como el grafitti de How & Nosm, o de Invader, quien estaba obsesionado con el tema de la intervención antes de que se popularizara.

¿Cómo llegó a trabajar con Space Invader?

En 2007 decidí que quería hacer un show en Nueva York de artistas urbanos europeos, con ayuda de Wooster Collective elegimos a cinco o seis que consideramos que eran los más importantes en el momento, invitamos a Blek le Rat, Blu, Bo130, D*Face, Microbo y  a Invader. En ese momento, aparte de Banksy, ellos eran los más importantes. Nos entendimos bien, me gustó mucho su trabajo y continuamos.

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¿Cómo ve la influencia de lo digital en la producción de arte?

Creo que es maravilloso porque es muy accesible, y en algunos casos ayuda como herramienta para que el trabajo sea más rápido y sencillo. Para nosotros ha sido fundamental, se ha facilitado hacer videos, invitar gente a nuestro espacio, conocer a los artistas y ver cómo comparten también su proceso de trabajo.

¿En qué parte del mundo cree que hay buen potencial para el mundo del arte a futuro?

Desde mi perspectiva, aparte de Nueva York, creo que Los Ángeles será muy importante para el mercado. Está abierto, es emocionante y los mercados están centralizados. Me emociona lo que está pasando en Japón, no en términos de mercado pero sí para encontrar nuevos y buenos artistas. Inglaterra tiene un buen mercado y China también.

Teniendo en cuenta esa relación estrecha que había entre el punk y el arte hace años, ¿considera que hoy hay un ejemplo similar o que ha habido una separación entre la música y el arte?

Creo que interactúan diferente hoy en día, ya no hay tanta transgresión, los ejemplos del arte y la música transgresores hoy son la versión para menores de edad de exponentes de los años setenta. Tiene aspectos positivos y negativos. Se preocupan por las artes visuales como nunca antes, pero no creo que hay un movimiento especial entre la música y el arte en este momento. Creo que lo más transgresor sigue siendo el arte urbano, que no es transgresor en un sentido particularmente político, pero es accesible a todos y eso cambia muchas cosas. Tengo sentimientos encontrados con respecto a eso, la verdad es que siempre está cambiando.

¿Cuál es la contribución de la galería Jonathan Levine al mundo del arte contemporáneo?

Creo que proveemos al mundo del arte contemporáneo con otro aspecto y otra cara de sí mismo, y no somos una opción ni una alternativa.

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Este artículo fue publicado en nuestra edición impresa N. 22. Algunos de nuestros contenidos aún son exclusivos del papel. Para disfrutar de ellos, te invitamos a suscribirte AQUÍ