Texto Por: Lina Tono
Fotografía por: Marcela Riomalo 

Dirigir una mirada al trabajo artístico de Kenny Scharf (California, 1958) es como internarse en un universo donde las figuras parecen vivir libremente bajo las leyes naturales del orden y del caos. Al mirar más detenidamente, se tiene la sensación de que cada elemento tiende a gobernarse sólo y cada personaje logra ejercer una fuerza asombrosamente potente sobre sí mismo, suficiente para justificar su presencia y su decisivo papel dentro del cuadro. Colores, libertad, variedad, personalidad y rebeldía son sólo algunas palabras que vienen muy bien a la hora de describir el trabajo de Kenny Scharf.

La obra de Scharf se ha venido caracterizando, desde sus inicios en las calles de Nueva York en los años 70, hasta en su proyecto más reciente «The Gates Project», por incluir elementos de la cultura popular en sus pinturas, grafitis, murales e instalaciones glow in the dark. Sin embargo, el encanto de estos elementos populares está en que ellos no son una imitación de lo vivido por Scharf durante su infancia en el mundo de las caricaturas y la cultura pop, sino que representan una construcción propia del artista, un nuevo lenguaje que, a pesar de evocar algo familiar, propone un camino plenamente original, repleto de particularidades y sorpresas para quien sabe apreciarlo.

Scharf es, claramente, un apasionado de la cultura pop y un excelente representante de aquellos artistas que quieren divertirse haciendo lo que aman, además de ofrecer al mundo una bocanada de aire fresco, para que la gente olvide por un instante la hostilidad y la injusticia de una vida sistemática y controlada por todo tipo de corporaciones.

Sobre su vida y su obra, esto le contó a EXCLAMA:

EXCLAMA: Desde una perspectiva personal, ¿cómo ve la evolución del grafiti a lo largo de la historia?
Kenny Scharf: No soy experto en grafiti. Históricamente puedo hablar de mi propia experiencia que va desde mi llegada a Nueva York hasta hoy. Antes de llegar a Los Ángeles, ya tenía conocimiento de grafiti, pero sólo de una manera territorial como de pandillas, que fue la manera en la que se acostumbraba en Los Ángeles en los 70.

A la llegada a Nueva York quedé abrumado, como cualquiera con sentido visual quedaría, por el maravilloso trabajo gráfico en el metro y en las calles que parecía cubrir cada superficie, logrando una perfecta red de marcas caligráficas y, para mi disfrute, de habilidades pictóricas y colores vibrantes.

Cuando me uní al juego, era consiente de mi formación artística, así que usé mis propios puntos de vista para concentrarme en la caricatura, que ya me había empezado a interesar y que era muy popular en los trenes del metro. Es sorprendente para mí poder ver con mis propios ojos la poderosa influencia que el grafiti neoyorquino ha tenido recientemente en el lenguaje visual de la cultura, tanto por medio de los productos y de la publicidad, como a través del arte mismo.

¿Cómo cree que ha cambiado la opinión del público hacia su obra, desde los 80 hasta hoy?
Es difícil para mí conocer la opinión del público pues, con el paso de los años, he tenido muchos altibajos en cuanto a lo que a mi popularidad concierne. Últimamente sin embargo, como me he concentrado mucho en trabajar sobre murales en espacios abiertos; siento que el público está respondiendo de una manera positiva, y por supuesto estoy felíz al respecto. ¡Continuaré haciendo más murales públicos pues parece que a la gente verdaderamente le encanta!

¿Puede contarnos un poco de su relación con Andy Warhol, Keith Haring y Jean-Michel Basquiat; trazar un paralelo entre estos artistas que revolucionaron el campo, y los nuevos artistas que sienten que ya todo se ha hecho?
Bueno, la verdad es que todo sí se ha hecho, pero hace falta algún innovador que use la asombrosa historia del arte de una manera fresca  y novedosa.

Haring y Basquiat eran mis contemporáneos y mis amigos, mientras que Warhol fue más un héroe con el que muy felizmente pudimos entablar una relación.

¿Nos puede contar cuál es el objetivo de su nuevo trabajo «The Gates Project»?
Actualmente estoy trabajando en varias puertas monumentales principalmente en el Lower East Side de Manhattan. Es una manera de llevar mi arte directamente a la gente. Ojalá inspire y sorprenda a quien camine por ahí y cambie su percepción de la experiencia cotidiana.

¿Cómo se siente al poder transformar la piel, la parte visible de la ciudad, con su trabajo?
Trabajar en las calles produce otro tipo de diálogo, y el proceso real es un performance, pues siempre hay una audiencia llena de todo tipo de personas diferentes. Me es muy inspirador trabajar de esta manera, y también muy desafiante.

¿Cuál es la percepción que tiene del arte de Latinoamérica y de sus artistas?
Me encanta la rica historia del arte latinoamericano. Habiendo crecido en una ciudad latina –Los Ángeles–, habiendo vivido en otra –Nueva York–, y habiendo pasado tanto tiempo en Brasil, creo que los artistas son una fuerza fundamental en la sociedad. Yo respondo a los aspectos poderosos y coloridos en que muchos artistas latinoamericanos se expresan, y me encanta aprender de la vívida escena artística actual en muchas ciudades como México D.F y São Paulo.

¿Qué ciudades de Latinoamérica le gustaría intervenir con su arte?
Me interesan todas las ciudades, y me gustaría aprender más de la escena artística de cada una y cómo se diferencia de las otras.

Los mundos que usted crea siguen ciertas reglas: el caos y la perfección se perciben simultáneamente en su obra. ¿Qué trata de representar a la hora de crear estos universos?
El caos y la perfección hacen definitivamente parte de mi vocabulario, y ambos simbolizan la manera en que yo veo el mundo.

Me atraen los opuestos y la tensión y emoción que se crea cuando esos elementos se combinan.

En su trabajo hay elementos futurísticos sacados de la idea de futuro que existía unas décadas atrás. ¿Qué idea de futuro tiene ahora?, ¿es la misma que transmite en su trabajo?
Me encanta la forma en que la idea del futuro era vista en el pasado: con visión utópica.

No soy tan optimista hacia el futuro porque no va a mejorar a menos que la gente del mundo entero reaccione y se rebele contra las corporaciones y los gobiernos poderosos que parecen estar llevándonos hacia la destrucción del planeta. La avaricia tiene que acabarse y todos tienen que hacer sacrificios para cambiar el rumbo de las cosas. Espero que esto sea posible, y sigo siendo un optimista a pesar de los hechos reales.

En términos visuales, uno podría decir que su trabajo está bastante vinculado al estilo de los 80. ¿Porqué todavía le resulta atractivo este universo colorido?
Así es como yo soy, ¡el pop vive dentro de mí!