EL MÉTODO ABRAMOVIC

La artista serbia sorprende de nuevo con un excéntrico performance en el PAC de Milán

Después de su inolvidable retrospectiva en el MoMa en 2010, el pasado 21 de marzo Marina Abramović inauguró en el PAC de Milán su último trabajo: El método Abramović. En exposición hasta el 10 de junio, el performance se lleva a cabo en un espacio amplio lleno de muebles, en donde el público es insitado a interactuar, sentándose en ellos, acostándose o permaneciendo de pie cerca de ellos.

Un juego de luces intermitente simula la presencia, la ausencia y altera las percepciones del espacio y el tiempo. Lo que busca Abramović con este performance es introducir a los asistentes y darles un rol en el que tengan la oportunidad de desarrollar y extender sus sentidos y la observación.

Esto con el fin de desafiar el afán de las sociedades actuales, donde pocas veces nos tomamos el tiempo de hacernos conscientes de nosotros mismos. El método Abramović abre un espacio en donde las personas aprenden a escuchar tanto a los demás como a sí mismos.

Marina es una artista que se ha dedicado a la producción de performances en donde se dramatiza en escenografías conceptuales. Su punto de partida se basa en su propio cuerpo como un territorio de experimentación y cambio constante, en donde pretende llegar a un estado máximo de resistencia física y moral.

Su trayectoria inició con performances a partir de instalaciones sonoras, los cuales se realizaron entre los años 1974 y 1975. Durante 1975 y 1988 Marina trabajó junto a su novio Ulay, con quien tenía una relación afectiva y artística que le dejó al mundo las más grandes representaciones del performance. Su última presentación juntos tuvo el nombre de “The Lovers” en donde durante tres meses, cada uno caminó desde un extremo de la Muralla China para encontrarse en el centro, donde se daban un beso y luego seguían su camino.

Otra de sus grandes presentaciones fue nombrada “The artist is present”. Este performance se realizó en el año 2010 y tuvo lugar en el museo MoMa de Nueva York. Con más de 50 obras expuestas en el museo, Marina demostró una vez más el arte del performance. Una de las obras más destacas fue aquella en que los visitantes tuvieron la oportunidad de sentarse en completo silencio al frente de Marina durante el tiempo que ellos quisieran. Todo con el fin de traer a la superficie la relación compleja y bella que se da entre el artista, la obra y el público.